Me gusta explorar. Sí, ponerme el chaleco de exploradora, la mochila y meter dentro el cuaderno, el lápiz o el boli. Soy una “cazadora de lugares”, o así me llaman mis hijos. Ahora en verano, me encanta descubrir nuevas playas, sobre todo, nuevas calas, tranquilas, casi casi solitarias, donde poder relajarme, pensar y dejar pasar el tiempo sin prisas ni horarios, con un buen libro y un ojo avizor por si a los niños les da por correr demasiado. Sin embargo, hoy, aunque sea julio, a las puertas de agosto, no os voy a hablar de costas y litorales.

En unos días celebramos una boda en Ávila. Ya está todo preparado y dispuesto, solo quedan unos detalles finales, ya sabéis, por eso de rizar el rizo. Hace una semana, mientras desconectaba con mi familia en Tarifa -necesario parar para coger impulso- hacía un retrospectivo de lo que ha supuesto organizar esta boda. Y aquí viene la historia de la exploradora…

A veces me gusta escaparme con mi marido, rumbo sin plan y destino indefinido. Los planes en pareja siguen siendo importantes, cumplas el aniversario que cumplas. Aquel domingo recuerdo que hacía un maravilloso día de primavera, aunque hubiera entrado el otoño ya hasta la cocina. Una vez en el coche, mi marido me miró con cara de “dame una dirección”, y no sé si el destino, el instinto o, simplemente, la casualidad respondió: “¿Ávila?”

Rumbo a Ávila, destino final Gredos o, más concretamente, Navaluenga. ¿Era nuestra meta final? No. ¿Que el GPS a veces parece que te conoce más que nadie? Puede ocurrir. Nos equivocamos al tomar una desviación y fuimos a dar de bruces a mi nuevo descubrimiento. ¡Había cazado un nuevo lugar! Mi madre siempre me decía que, a veces, es en el desorden donde encuentras tu propio orden.

Entrada de la Finca El Venero, en Navaluenga, Ávila

Entrada de la Finca El Venero

Vistas desde la Finca El Venero, en Navaluenga, Ávila

Vistas desde la Finca El Venero

Así conocí la finca ‘El Venero’, en un entorno único, en plena naturaleza. La Sierra de Gredos la rodea, por el día con un paisaje que todo lo cura, por la noche con la belleza de un firmamento infinito. El complejo cuenta con tres casas rurales –’El rincón del Venero’, ‘La Peguera de Gredos’, y ‘La Cabaña de la Peguera’ de piedra madera y forja, con un estilo rústico que me encanta. Un lienzo en blanco donde poder plasmar la imaginación.

No os podéis imaginar la alegría que me dio descubrirlo. Es un lugar ideal para la celebración de eventos pequeños y bodas familiares con un concepto muy diferente, con grandes praderas y espacios y una carpa con enormes ventanales. Lo veo ya todo lleno de flores, de Flores Brunia, por supuesto, y una iluminación preciosa… Así será la boda de la semana que viene. 

Decoración en la Finca El Venero, en Navaluenga, Ávila

Decoración en la Finca El Venero

Desde aquel día, en La Alquimista ya hemos organizado allí varios eventos en los que se requería un espacio para grupos grandes donde se pudieran quedar a dormir y donde pudieran comer, existiendo la opción de contratar estupendos catering de la zona donde prima la carne, como la ternera de Ávila. ¡Es un planazo campestre mágico!

Y esta es la historia, casualidad o no, de la cazadora, cazada. El Venero, simplemente, me ha conquistado, convirtiéndose en uno de mis lugares preferidos en el mundo para la celebración de eventos. 

¡Dejad correr los planes sin rumbo!