El 5 de abril, bajo el cielo claro de Jávea, Sol y Miguel unieron sus vidas rodeados de cariño, alegría y la magia de los lugares que aman. Su boda, formal y elegante, con un toque rústico que aportó el entorno de Casa Benigalip, fue mucho más que una celebración: fue un reflejo de quienes son, de su amor por los detalles y por las personas que forman parte de su historia.

La ceremonia tuvo lugar en la céntrica iglesia de San Bartolomé, un escenario tan bello como solemne. Cada banco se llenó de amigos y familiares que no quisieron perderse ni un instante de este momento sagrado. No siempre es fácil lograr que todos los invitados participen de principio a fin, pero Sol y Miguel tienen un encanto especial: convocan, conectan, inspiran.

Un viaje inolvidable

Cuando la noche llegó a su fin, bajo las estrellas de Jávea, quedó claro que este era solo el comienzo. Sol y Miguel emprendieron un nuevo capítulo, comenzando con una luna de miel que refleja su espíritu aventurero: Japón y Maldivas.

Su boda fue más que un evento. Fue un homenaje a su amor, a sus familias y a los lugares que han marcado su vida. Una celebración que, como ellos, fue elegante, emotiva e inolvidable.

Sol brilló como nunca antes en un vestido de Claudia Llagostera, lleno de detalles que parecían hechos a mano para ella, como si cada hilo contara su historia. Completó su look con zapatos de Flor de Asoka y un ramo de calas que combinaba delicadeza y fuerza, tal como es ella. 

Miguel, por su parte, eligió la elegancia clásica, una decisión que no solo le sentaba a la perfección, sino que también le hacía sentirse cómodo, seguro, auténtico.

La ceremonia tuvo lugar en la majestuosa Iglesia de San Bartolomé, en el corazón de Jávea, donde la piedra tosca y las imponentes arcadas góticas crearon un ambiente íntimo y solemne.

En el corazón de Casa Benigalip, las mesas del banquete se dispusieron bajo un dosel natural de árboles, de cuyas ramas colgaban delicadas flores en tonos celestes y lilas, creando una atmósfera mágica y etérea. Los manteles, en estampado floral, añadían un aire elegante y atemporal, en perfecta sintonía con el entorno.

La boda tenía algo especial que la hacía única. Desde el seating plan, con mesas bautizadas con nombres de playas de Asturias y Jávea –los lugares que Sol y Miguel llaman hogar durante los veranos–, hasta las ilustraciones que acompañaban cada mesa, todo hablaba de ellos.

La experiencia fue sublime, en gran parte gracias al trabajo impecable de Catering Cinco, que convirtió cada momento gastronómico en una experiencia inolvidable. Desde el aperitivo hasta el banquete, todo fue diseñado para deleitar tanto los sentidos como el corazón.

Hay instantes que se quedan grabados en el corazón. Uno de ellos  fue el regalo de los ramos a sus madres: un gesto de amor y gratitud que arrancó lágrimas y sonrisas. Sol y Miguel saben cómo celebrar, pero también cómo agradecer.

Y luego estaban ellos: atentos el uno con el otro, con miradas que hablaban sin palabras, como si todo lo demás desapareciera cuando estaban juntos.

La boda fue fruto de casi un año de preparación. Aunque Sol lideró la planificación, siempre confiaron en nuestro equipo de wedding planners para que todo saliera perfecto. ¡Gracias de parte de La Alquimista por confiar en nosotros!


Las fotos son de Kiwo.