“Individualmente somos una gota. Juntos, somos el mar“.
Como buena lectora que me considero, empiezo este post tan especial con una frase del escritor japonés Ryunosuke Satoro. Poco sabía él cuando la escribió que una Alquimista la iba a utilizar para describir bastante años más tarde una historia de amor.
Vanesa y Óscar se conocieron en la Universidad, entre libros, apuntes y miradas entre clase y clase. Me atrevo a poner en cuestión su capacidad de concentración cuando se encontraban en la Biblioteca preparando ese examen de turno. Siempre he considerado inocente y puro ese cariño que se fragua entre los libros y el conocimiento. Real, consistente y altamente romántico. ¡Dejadme fantasear!
Este post va de equipos. Y nos viene muy al caso porque Óscar, el novio, tiene una relación muy estrecha con el deporte, jugando al fútbol en una u otra categoría, conociendo de primera mano el trabajo en grupo. Sintonía, organización, complemento, ayuda, apoyo… Todas estas son características necesarias para llegar a la portería contraria, como también lo son para triunfar en el amor. Así que de lo profesional, pasamos a lo personal. Vanesa apareció en su vida, como Óscar en la de Vanesa, para ser, estar y llegar juntos allá donde se propusieran. Para marcar el gol de la victoria, para ganarle el partido a las dificultades, para empezar, ahora, una nueva etapa: la del resto de su vida.
Pocas personas he conocido tan organizadas como Vanesa. Meticulosa, amante de los detalles, decidida. A Vanesa le gusta implicarse, diseñar sus sueños y hacerlos realidad. Soñadora y creativa, destaca, también, por personalidad y carácter. Ambas, dos almas que se complementan a la perfección aceptando sus propias imperfecciones, porque ya sabéis que por aquí creemos mucho en la imperfección como algo positivo en el amor.
Y como con el trabajo en equipo se logra el trabajo de ensueño, no podíamos, hoy, describiros otra cosa que no fuera una boda que solo sale en los mejores cuentos. Para los que no creéis en los cuentos, os diré, que prestéis atención a las imágenes que hoy os traemos.
El vestido de la novia era un diseño precioso de Rosa Clará. Destacaba por su sencillez, como ella.
Óscar, el novio, se decantó por un traje de Félix Ramiro, diseñador toledano de gran fama internacional.
La emotiva misa que tuvo lugar en la Iglesia de San Julián, en Toledo, la ofició el tío de la novia. Un coro espectacular, regalo de los padres de un amigo de los novios, cantó durante la ceremonia. Cestones de mimbre con flores en tonos blancos y verdes decoraron la Iglesia. Fuera de lo normal, una alfombra de color beige recorría el pasillo central dando la bienvenida a la novia.
El Cigarral del Ángel, el más antiguo de Toledo con unas de las vistas más espectaculares de la ciudad, fue el elegido para la celebración. Grandes espacios atravesado por el Tajo, un paseo de moreras y cipreses por donde acceden los novios… ¡Un sitio con mucho encanto!
La decoración de esta boda fue muy especial, toda coordinada por el equipo del Cigarral del Ángel y de La Alquimista. En ella jugó un papel fundamental la iluminación. Luces de cuento creó un ambiente mágico, mientras Adolfo Floristas se ocupaba de la decoración floral.
Fue una boda muy sencilla pero con mucho encanto. Los novios querían que todo fuera muy sutil. Nada de estridencias, predominando los colores tierra, blancos rotos y verdes. ¡Dicho y hecho!
Durante el cóctel, servido en la zona del mirador, actuó el grupo Anclados. Una gran revelación que desprendía muy buen rollo con una calidad y una puesta en escena brutales. Consiguieron que los invitados no dejaran de bailar en ningún momento.
La cena, esta vez en la zona del claustro, fue obra del chef Iván Cerdeño. Para la fiesta contaron con el Dj, y buen amigo de los novios, DJ Pedraza.
Las fotografías son de @saskia.photo.