Asomarse al mar un atardecer de verano con esa brisa cálida que te acaricia con una nimia suavidad en la cara. Las olas golpean la orilla y hacen saltar al aire una fiesta de gotas frescas y saladas que, si con suerte aciertan a encontrarte, consiguen disminuir el calor de la tarde que aún aguarda en tu cuerpo. Lo pienso y me estremezco. Ya sabéis lo que siento por esa costa mediterránea que, sin duda, me da vida y recarga pilas. El olor, el sonido, el tacto con la arena… Solo hay, para mí, una sensación tan intensa, natural e inquebrantable como esta. Mirar a mi madre, observar, también, su horizonte; coger esa mano cálida como una brisa de verano, escuchar su voz en forma de consejos, de experiencias, de palabras siempre válidas que van y vuelven cargadas de nuevas enseñanzas. Un oleaje intenso de vivencias que tu intentas surfear, intentando mimetizarte en ello… intentando ser un poquito igual. Esto es el amor, pero no cualquiera. Uno que se escribe en mayúsculas.
Estamos a las puertas del Día de la Madre, o lo que es lo mismo, del Día del Amor. El desinteresado, el que no tiene comparación; el que da sin esperar, el que espera aunque llegues tarde; el que tarda en consumir su paciencia, el que paciente escucha aunque no hable. El que habla solo para hacerte ser y estar mejor. El que mejora cada momento de tu vida, de principio a fin… si es que se puede mencionar un fin.
Es cierto que en los ‘Días de… ‘ solemos hablar más de días comerciales que de días especiales. Sin embargo, cada uno de nosotros tenemos nuestro motivo personal dentro que es el único que importa, el único válido, el único real; independientemente de una fecha o de una excusa. ¿Cómo se merece una madre celebrar este momento tan especial? ¡A lo grande! Y aquí, ‘grande’ no significa evento colosal, ni fiesta descomunal. No hacen falta vastas algarabías ni una enumeración casi infinita de ‘mil formas de decir felicidades’. Aquí, ‘grande’ es el detalle. El mejor “te quiero”, la más sincera de las “gracias” viene, como un buen perfume, en pequeñas dosis. Una llamada, un momento de confidencias, una carta escrita en puño y letra; una foto, un café, unas flores, ese jabón tan rico que huele a ella…
Seguramente sea ella quien cocina, también y normalmente, en el Día de la Madre. Quien insiste en visitarla a medio día porque va a preparar ese asado que tanto te gusta y que lleva cocinando desde tiempos ancestrales. ¿Y si esta vez eres tú quien diseña ese menú? Un almuerzo especial, en casa, con todo aquello que a ella más le gusta y con alguna que otra sorpresa, porque ahora eres tu su gran chef. Yo me imagino, con un ramo de flores maravilloso, lleno de color, de primavera, de olores… llamando a esa puerta a media mañana y llenando de brisa fresca su casa, la mía, desde primera hora.
¿Y si quitamos al tiempo la ‘falta de…’? Bien sabido es que pocas personas hay menos desocupadas que una madre. ¿Qué no sabe hacer? ¿Qué no sabe arreglar? ¿Qué no sabe una madre? Detrás de cada problema o engorro, hay una solución o lo que viene a ser su sinónimo, una madre. Qué mejor regalo puede haber que eliminar, aunque sea por un día, ese mal tópico de su vocabulario: “no tengo tiempo para… No tengo tiempo a…”. Este es su día, el de llevarla a algún lugar especial; el de pasar un momento juntos en un spa, en el de degustar las delicias de su restaurante preferido o de aquel otro al que nunca va queriendo ir.
¿Quién no quiere sentir esa sensación del atardecer frente al mar? Esa mirada infinita de ilusión. ¿Quién no quiere escuchar la brisa romper contra una ola? Esa sonrisa que se escucha como un hilo fino de voz. ¿Quién no quiere tocar la arena suave de una playa? Ese tacto incomparable de un abrazo sincero. En La Alquimista Eventos sabemos mucho de ese sentimiento, porque para nosotros la familia es incuestionable; un momento juntos es inalcanzable por cualquier otro. Por eso, también, os queremos proponer varios de esos detalles para crear una atmósfera aún más especial en un día perfecto.
Hemos diseñado una cesta gourmet con productos de origen nacional y de alimentación de primera calidad, pensamos en primera persona, con todo nuestro cariño y con el objetivo último de que estén, si se puede, a la altura de esas personas tan especiales: sobre de jamón y de lomo de bellota -embutidos de Extremadura, de marca Berídico– aceite de oliva virgen extra, mermelada de cebolla o de tomate totalmente artesana -de Toletum-, picos artesanos, vino blanco o tinto de Palacio de Bornos y queso de cabra. También una cesta de productos de baño naturales para esas madres a las que les gusta cuidarse y mimarse: dos jabones naturales, un peine de caña de bambú, cepillo de mano de caña de trigo, neceser de yute, cacao natural, cepillo de dientes con soporte de caña de bambú, dos discos desmaquillantes artesanos reutilizables, un espejo de mano de caña de trigo… ¿O una cesta más divertida si cabe? También hemos creado una cajita de madera con chuches variadas, para las madres más golosas. Todas ellas son personalizables porque, aunque madre no hay más que una, todas son diferentes, pero igual de especiales.
Ya sabéis que en La Alquimista Eventos nos gusta celebrarlo todo, cualquier día, simplemente por ser un día cualquiera; o un día calendarizado, u otro improvisado. Sin embargo, lo que sí tenemos claro, es que los eventos familiares son unos de nuestros preferidos. Tal vez, por nuestro propio sentimiento de unión, de cariño por los nuestros, pongamos toda la carne en el asador para que momentos como el Día de la Madre sean insuperables.
Buscamos la sonrisa de la tuya, como si fuera la nuestra.