Mi comunión fue de lo más sencilla. Supongo que eran otros tiempos… Año 1987 creo recordar, aunque no quiero. La misa tuvo lugar en la iglesia de mi barrio, Santa Eulalia, en Madrid. Después de la celebración religiosa fuimos a comer con toda la familia a un restaurante con un enorme patio que por entonces tenían mis abuelos. ¡Qué nostalgia y cómo han cambiado este tipo de eventos desde entonces!
De primeras, aunque si es verdad que este cambio viene provocado por las circunstancias actuales, el calendario puede sufrir modificaciones. Lo habitual es que mayo, el mes de las flores, sea también el mes en el que se celebran prácticamente todas las comuniones. Existe un motivo, y es que deben de ser previas al Corpus Christi, que por cierto este año cae el jueves 3 de junio. Al igual que el año pasado, la incertidumbre no deja de estar presente hasta el último día, y aunque hoy la gran mayoría siguen estando programadas en las fechas habituales, están sujetas a las restricciones que nos marca el Gobierno: limitaciones de aforo, capacidad, etc. En 2020, por ejemplo, muchas comuniones tuvieron que esperar al otoño.
Y hablando de temporadas, las tendencias y el protocolo de vestimenta también se han visto claramente transformados. Aunque la organza sigue siendo la base de cualquier vestido de comunión, como en el caso de las novias, han surgido una gran variedad de estilos que definen a las pequeñas como boho-chics, bohemias, hippies, románticas… En el caso de los niños, los galones, los botones dorados, los puños y los cuellos que componían el típico traje de almirante han perdido la batalla frente al común de pantalón y chaqueta, de lino o de tejidos naturales que hace a los pequeños sentirse mucho más cómodos y, sobre todo, menos disfrazados.
Pero donde realmente existen multitud de versiones es en el festejo de después; y es que en el fondo esta parte sí depende por completo de cada familia. Desde aperitivos, comidas o meriendas reducidas a un selecto grupo familiar o de amigos, hasta minibodas con, a veces, más de 60 o 70 invitados. Diferentes elecciones de menú, tartas, animaciones, decoraciones diversas, regalos… Detalles con los que, quizá, se pierda casi toda la esencia familiar. En La Alquimista queremos ser sinceros, nos declaramos fieles defensores de las celebraciones familiares.
Los protagonistas son ellos
Organizar o montar eventos para niños tiene un carácter especial y es que a la vez de bonito, es bastante difícil. No olvidemos que se trata de unos invitados muy exigentes, a los que no les vale cualquier cosa. Por ese motivo, la confianza en la empresa de la organización del evento debe de ser plena, y es que no deja de ser una fiesta para nuestros hijos, no para nosotros.
Esto mismo nos ocurrió en la última comunión que hemos tenido la oportunidad de preparar. Diseñamos una celebración muy bonita y sencilla, de tonos blancos y verdes, para unas quince personas. Recuerdo lo satisfactorio que fue. Los padres de la niña nos dieron carta blanca para todo. ¡Fue un auténtico placer, y al gusto de nuestra anfitriona!
Hay que reconocer que de primeras jugaban con ventaja… y es que nada como tener una casa con jardín. Si fuese nuestro caso, yo sin duda la organizaría ahí, sobre todo en los tiempos que corren, en los que cualquier evento “al aire libre” está muy cotizado. En España tenemos la suerte de disponer de increíbles espacios exteriores como fincas o campos de golf donde poder celebrar cualquier tipo de evento, ya sea privado o corporativo.
La próxima comunión que organiza La Alquimista, (cruzamos los dedos) está programada para el 29 de mayo en Tarancón (Cuenca), ¡y nos tiene súper ilusionados! Os damos un par de pistas: será temática y la finca se convertirá nada más y nada menos que en Hogwarts… ¡Expecto Patronum!
Y es que recordad, nunca nunca nunca se nos debe olvidar que nuestros hijos son los protagonistas.