Qué poco trabajo me cuesta trasladarme a aquellos años cargados de citas y eventos caseros, de guirnaldas, de mesas repletas de comida hecha a mano. Generación una, dos y tres amasando y ensuciándose de harina, disfrutando de un preparativo tanto o más que de la fiesta.

Recuerdo, como si fuera ayer, aquellos manteles de tela con diferentes estampados -¡cómo nos costaba elegir uno!-, flores en los jarrones -lilas, preferiblemente-, la luz reverberando en las bolas de espejo y las conversaciones, como un elemento indispensable. Si tengo que deciros de dónde me viene mi pasión por los eventos, os diría que de la vida. De mi vida. Mi casa, la casa de mi abuela, siempre estaba repleta de gente; creo que era una manera de decirle a los demás lo que nos importaban. Que toda una mañana poniendo nuestra casa bonita, eligiendo entre un detalle y el otro, probando sabores en un cucharón de madera, era por y para ellos.

De la propia experiencia que te da la vida, surge La Alquimista Eventos. De hacer eventos para ti como si fuesen para mí; cuidados con el mismo mimo que a mi me gustaría, pensando en cada pormenor, anticipándonos a cualquier inconveniente. Con esa herencia familiar que me caracteriza y que me ha inculcado el amor por recibir en mi casa y hacer sentir especial al otro, cree hace ya dos años este proyecto personal dedicado muy especialmente a los actos sociales y, cómo no, familiares.

Tú lo imaginas, nosotros lo creamos

¿Puede haber algo más bonito y enriquecedor que celebrar el amor duradero? Ayudar, preparar y crear un encuentro maravilloso en el aniversario de una pareja que ya cuenta los años en oro, diamante o platino. O diseñar, junto a unos padres ilusionados, la Comunión de sus hijos mientras ellas fantasean con su vestido ideal y ellos con ser fantásticos caballeros.

Un cumpleaños, una boda, un encuentro especial Pero no solo eso, también hacemos eventos corporativos de todo tipo, pero de una manera única: desayunos de trabajo, presentaciones y un largo etcétera; adaptándonos, ahora también, a esa nueva normalidad que nos ha hecho reinventarnos y, de una u otra manera, crecer. Nuestro único límite es el bienestar y la seguridad de aquellos que tocan nuestra puerta. Igual que en aquellos dulces años cuando aprendía a ser una buena anfitriona en casa de la abuela…

 

Lo primero son las personas

Si hay algo curioso en la organización de un evento -sobre todo social o familiar- es analizar el paso del ‘desconocimiento’ absoluto sobre el que acude a ti por primera vez y como, poco a poco, esos interrogantes -¿quién eres? ¿Cómo eres? ¿Qué te gustará? ¿Qué aficiones tendrás?- se van diluyendo hasta que esa persona o personas pasan a tener un hueco enorme, con nombre y apellidos -¡incluso secretos!- en tu propia vida, en tu propio conocimiento. ¿Cuál es tu color preferido? ¿Os une una afición? ¿Un país? ¿Una canción? Lo más importante son las personas, siempre.

La cercanía, la facilidad y fluidez son esenciales para que todo funcione de manera natural, manteniendo ese cariño latente entre bambalinas; dando el protagonismo a sus actores principales, pero acompañándoles en todo momento; haciéndoles sentir seguros, partícipes de los preparativos -porque esto también hay que disfrutarlo-, y aunque surjan problemas, a priori, difíciles de resolver, aunque a veces no se sepa dónde encajar una pieza, el mensaje siempre debe ser el mismo: estamos aquí.

Disfrutando de cada momento, exprimiendo cada instante, creando, diseñando y compartiendo risas -también sofocones de última hora- llega el día de ese aniversario, de la boda que comenzamos a preparar hace meses, de esa comunión llena de ilusión, de grandes y pequeños. Veo los rostros de sorpresa de los invitados, como uno se acerca a aquellas lilas y se embriaga de su olor; como otro señala las guirnaldas iluminadas, como disfrutan del sabor de un catering preparado al detalle. Y, sobre todo, como nuestros protagonistas se enorgullecen de su evento, de su momento.

Sin duda este es el éxito de La Alquimista Eventos.